miércoles, 21 de noviembre de 2007

LA VICTORIA


El corregimiento de LA VICTORIA, que comprende su cabecera y las 16 veredas que la circundan, es geoestrategicamente hablando el punto más importante que tiene el Municipio de Ipiales. A más de ser el enlace entre la zona andina y el píe de monte amazónico, posee una riqueza natural y mineral insospechada. Es entonces al mismo tiempo paso obligado entre los andes y la selva; conexión sur oriental entre NARIÑO Y PUTUMAYO; frontera estratégica entre COLOMBIA Y ECUADOR y de contera, es fuente de biodiversidad, agua gaseosa, recursos forestales, oro, níquel y manganeso. Paradójicamente, el escaso interés de las autoridades con esta promisoria región contrasta con sus grandes potencialidades.

Recuerdo a SAN JOSE DE LA VICTORIA, la cabecera del corregimiento, en sus mercados dominicales, cuando en mi niñez acompañaba a mi padre en su periplo semanal para lograr el sustento familiar como transportador de comerciantes. En medio de sus calles empolvadas, su única plaza e iglesia, lo que mas recuerdo es la fraternidad de sus pobladores y la tranquilidad que allí se respiraba; me llamaba la atención que la gente no se preocupaba en dejar la canasta del mercado en cualquier parte, porque allí volvía a encontrarla sin que faltara nada.

La región fue poblada por varias oleadas de colonos provenientes de Córdoba, Potosí, Pasto y otros lugares del mismo Municipio de Ipiales, las cuales se produjeron a principios del siglo pasado, precisamente por el desplazamiento forzado que genero la guerra de los mil días. Según la historia, el corregimiento fue fundado el 21 de junio de 1917, gracias a una segunda oleada de emigrantes, que fue reforzada por una tercera en 1930 y por una cuarta en 1950. No es coincidencia que estas fechas destaquen hitos dentro de la llamada “época de la violencia en Colombia”, puesto que como la tierra prometida, es territorio de un desplazamiento histórico.

Hace aproximadamente 20 años, éste pueblo abandonado no solo por Estado central, sino por los sucesivos gobiernos municipal y departamental, vio como lentamente grupos al margen de la ley, particularmente el frente 48 de las FARC, se apoderaba de su dominio. La insurgencia armada cometió abusos de todo tipo, pero como suele presentarse, se convirtió en la autoridad. Se presentó entonces la situación de que el Estado, eterno ausente en materia social, se desentendió también de asegurar la libertad de los ciudadanos y simplemente hacía operativos cada que necesitaba mostrar resultados mediáticos, en donde generalmente la peor parte la llevaban ciudadanos inocentes que eran acusados de subversivos sin serlo. El surgimiento del cultivo de la amapola añadió un nuevo elemento al conflicto y dada la precaridad económica de los pobladores, se convirtió en una de las pocas salidas al sustento diario.

En febrero de 2007, pocos meses después de reelegido URIBE VELEZ, se anunció por los medios de comunicación que cerca de 120 policías e igual número de uniformados del ejército harían presencia en la VICTORIA. Efectivamente llegaron los militares y con ellos, una serie de abusos contra la población civil que se vio amedrentada por quienes los señalaban como “auxiliadores de la guerrilla”. Igualmente se empezaron a producir una serie de muertes que se adjudicaron a un grupo paramilitar, que empezó a “convivir” con la fuerza pública. Dos de los últimos muertos fueron WILSON RAMIREZ Y FLAVIO ZAMBRANO LARA, cuyo asesinato perpetrado el 27 de marzo de 2007, fue denunciado por organizaciones de derechos humanos, no solo a nivel nacional, sino internacional.

Actualmente el corregimiento esta en calma, pero es una “calma chicha”; la población tiene miedo de que otra tragedia enlute su ya victimizada historia. Aunque algunas instituciones nacionales e internacionales han hecho presencia y se haya solicitado la declaratoria de su “alerta temprana”, no existe la infraestructura y la capacidad suficiente para garantizar los derechos humanos de los pobladores en la manera que lo exige nuestro Estado Social de Derecho.

Se hace necesario por parte del Municipio de Ipiales, declarar a este corregimiento, como zona de emergencia social y humanitaria, con el propósito de canalizar importantes recursos hacia la inversión social y buscar la protección de la población civil respecto de los actores del conflicto armado: en segundo lugar, se hace necesario buscar el apoyo internacional para establecer estrategias que permitan aprovechar los recursos naturales existentes en beneficio de la comunidad, a la par de implementar proyectos de desarrollo minero a través de cooperativas de los pobladores. Debe plantearse como prioritaria la recuperación de la fuente de agua mineral, actualmente abandonada y que solo ha beneficiado a particulares. Podría pensarse a su turno en la implementación de un proyecto ecoturístico que permita conocer e investigar nuestra riqueza natural, a la par de convertirnos en ventana mundial de la diversidad.

Creo que esa es la manera de dar un primer paso hacia la reivindicación de una zona victimizada por la guerra, la estigmatización y la pobreza de sus gentes. Sería la manera de empezar a reconocer el verdadero contenido a su nombre: LA VICTORIA.
Denver (E.U.A) julio de 2007.
Articulo publicado en la revista PAN DE MAIZ número 4, octubre de 2007. con circulación en el departamento de Nariño.